lunes, 18 de febrero de 2008
PAMPAN - VALLE INTERANDINO DE JULCAN
Pampán, hermoso valle inter andino de la Provicia de Julcán, ex hacienda de los Gutiérrez, pueblo encantador, por su clima y acogedor por su gente.
En torno al origen del nombre Pampán, al tener poca información de su historia, y al no estar convencido de lo que se nos decía, he tenido que investigar al respecto, encontrando que en Venezuela existe un pueblo tambien que lleva el mismo nombre, tiene las mismas características agrícolas y de clima, cuenta la historia que los conquistadores españoles en su afán y voracidad de tierras y metales preciosos clasificaron a los pueblos indígenas según la forma de producción y la variedad de los productos producidos. Así aquellos pueblos que producían para el consumo interno y para otras comunidades los llamaban pueblos de "Pueblo de doble pan o pan-pan" o como decimos nuestra tierra produce productos de pan llevar, teniendo en cuenta que nuestro pueblo fue gobernado por los hacendados y quienes seguramente le pusieron Pampán, que al parecer en España también hay un pueblo con el mismo nombre De allí, seguramente el temino de Pampán.
Dejando de la historia de nuestro caserío, hay hombres que tambien hacen historia y me quiero referir a mi paisano y amigo Eugenio Sánchez Bacilio, aquel muchacho que salio muy joven de nuestra tierra para labrarse un mejor porvenir en la costa, un notable ciudadano, amante de la pluma y el pincel, que tiene mucha calidad para expresar a traves de su bellos poemas las peripecias del hombre del campo, de los niños, del cura, del arriero, de las chinas buenas mozas, asi como de la naturaleza hermosa de nuestra serraanía . aqui les dejo unas pinceladas de Eugenio -el popular chalaca
MI TAITA NAZARENO
Nazareno taita y guía de mi pueblo,
consuelo de mis aciagos días
y de las noches inciertas de mi infancia.
Como añoro tiempos aquellos,
tiempos que sólo vuelven con el recuerdo.
Me parece que fue ayer,
me parece estar oyendo que:
la banda de músicos toca el “Alabado”,
mientras juego descalzo en la placita
buscando monedas y restos de cohetes.
Observo tímidamente tu angelical rostro
y me regocijo en el perfume de cirios y de incienso.
Mientras que a tus pies dos angelitos, juegan,
se esconden bajo tu manto y sonríen.
El Padre Carranza canta en latín,
y el cantor responde desde el palco;
Justino, con su lánguida figura y doliente mirada,
arrodillado agita una campanita.
Anunciando al Espíritu Santo
Los hacendados, sentados en primera fila.
más atrás el albero y el mayordomo.
Ancianas cubiertas la cabeza con finos tules.
Las ruedas de golpe a media misa
explotan Rompiendo los tímpanos,
sólo Justino, indiferente a todo estruendo.
Lloran los niños en la pila bautismal,
los padrinos arrojan el capillo,
a empellones nos quitamos los caramelos
y los “chivitos” vendiendo turrones, chirimoyas,
ollas de barro y harneros de calamina.
La banda de Julcán en la esquina de la plaza.
Pablo Lizárraga al frente con su sonora trompeta.
haciendo retumbar los peñascos.
Los fugaces cohetes surcan el cielo.
Los hacendados y sus invitados bailan en su patio dorado,
en la plaza los borrachitos saltan con botella en mano.
Las chinas palanganas estrenan prendas nuevas:
chompas de vistosos colores,
sombreros de palma y zapatos nuevos.
En la procesión tú vas sonriente,
el viento juguetea con tus rizados cabellos.
En medio de cánticos y rezos
va cayendo una lluvia de pétalos.
Después de contemplar tus campos, tu río,
tus laderas, tus caminos polvorientos
y repartir tus ricas bendiciones
Vuelves a tu lugar ¡Oh! Taita Nazareno.
de pronto surge una voz temblorosa por la emoción:
“Allí te quedas Nazarenito, Hasta el otro año”.
Besa la túnica, y las lágrimas nublan sus pupilas.
EL ARRIERO
Quiebra el silencio de la tranquila noche,
sonoro y taladrante, cual arenga un grito,
es copla, es melodía y es lamento,
es canción del arriero un ¡SOOO...! infinito.
Errante del camino y del ensueño,
fermento del lodo y del fuego,
bravo como el león, manso como el cordero
alma de soñador, cuerpo de acero.
Hijo de la soledad y del crepúsculo,
¡Oh!, rudo trajinante de sendero inmenso,
fornido cholo hecho de masa pétrea,
de la misma masa que fueron tus ancestros.
Arriero de caminos polvorientos,
fantasma de los puentes y hondonadas;
te persiguen tus huellas y tu sombra,
te cobijan las cuevas y majadas.
Viejos sacos de lana van repletos
de esperanzas que carga tu piara;
los frutos vivos de la madre tierra
maíz, trigo papas y cebada
Rebuznando desfila el gran mojino,
el shapra como siempre va primero;
y el pardo el más leal, el más sumiso.
el blanco y el azul, los pendencieros
En tu sombrero de junco percudido
una guatupa brilla cual lucero,
y por collar cual venenosa víbora
serpentea un látigo de cuero.
Un diminuto checo va entonando
su cadencioso cántico parlero,
acompasa al tropel de la piara
y endulza el bolo del misterioso arriero.
Batanes verdes son tus ralos dientes
pasajero del tiempo y de la vida,
dibujadas llevas en tus pies gitanos
hondas quebradas de tu geografía.
Las cumbres rezan tu melancolía
los fríos pajonales tus silbidos;
y con furia repiten las montañas
la canción del arriero un ¡SOOO...! infinito
Baja ya tus alforjas desteñidas,
detén tu caminar oh, noble arriero
y saca lo que guardas escondido
envuelto en mantel blanco con gran celo.
El aroma del fiambre se confunde
Con el olor de las flores cual incienso;
aplaca tu apetito buen arriero
y prosigue tu viaje satisfecho.
En tu trajín por sendas escarpadas
tu curtido pellejo se marchita,
va curvando tu hercúlea figura
y tus pasos son más lentos cada día
Cuando tus ojos se apaguen para siempre
y descansen tus huesos, gran arriero;
vagará sin parar tu alma viajera
por los caminos del universo entero.
Al final de tu huida sin retorno
sonará atronador un cántico bendito,
y por última vez se escuchará en la tierra
la canción del arriero un ¡SOO infinito!
LLUVIA
Lluvia andina, lluvia eterna;
agua de amor y de vida,
madre de las sementeras,
de los ríos y puquiales.
Gotas que caen del cielo
como perlas encantadas,
como flechas refulgentes
empapando al universo.
Eres sudor en los valles
y eres escarcha en las punas,
eres blanca, limpia y casta
cual ninfa de las cascadas.
Cuando el camino echa polvo,
cuando la flor agoniza,
cuando los cactus arquean
sus cadavéricos dorsos.
Llegas volando en errantes
blancos copos celestiales
y tus lágrimas inundan
prados chacras y quebradas.
Recorren tus manantiales,
por escabrosos parajes
escondiéndose en las pircas
y arrastrando cascajales.
Espíritu de las cumbres
consuelo de los labriegos,
formas charcos en los surcos
y duermes en los trigales.
Sangre del rayo sagrado,
jugo dulce cual maná,
fresco y límpido aguacero,
bendición del Dios Eterno.
Llevas oculto en tus nubes
el germen de la abundancia
en tus celestiales alas
de gigantes lanas blancas.
Lluvia, lluvia, ¿porqué mojas
el poncho del caminante,
y como sedosas brisas
acaricias mis recuerdos?
En mi triste remembranza
oigo a lo lejos el canto
de tejados sollozantes
en mis noches taciturnas.
Mas, cuando un suave susurro
despierte al pastor dormido;
será el cántico del viento,
o lluvia de la alborada.
LUNA LLENA
Espejo del Edén, tea encendida,
¡Oh! bella musa de virginal sonrisa,
rosa fúlgida de nocturnal otoño
burbuja solitaria, mágica lumbre.
Vas remando en tu balsa reluciente
de confín en confín el firmamento,
entre coquetas nubes vagabundas
y entre guiños de místicos luceros.
En tu lenta huída hacia el oeste
vas pintando plateadas las montañas
y los mares con sus danzantes olas
jubilosos alaban tu grandeza.
Dibujada en tu rostro está la imagen
de la Virgen Bendita, Madre Santa
con el niño durmiendo en su regazo
y su copo de nieve blanca y pura.
Esta noche yo vi por mi ventana
dos lágrimas correr por tus mejillas
y escuché como suaves melodías
exhalar tu tristeza en un suspiro.
¿Eres tú la que llora allá en el cielo?
o es mi sensible corazón herido
que sangra de dolor y languidece
por la nostalgia que me taladra el alma.
Al evocar la noche silenciosa
que por última vez besé sus labios
y la miré partir entre sollozos
una noche como ésta en luna llena.
FIESTA DE LA PATRIA
Es veintiocho de julio, fiesta de la Patria;
que la blanquiroja se enseñoree en todos los pueblos;
que las montañas sacudan el polvo de sus cumbres;
que destelle el relámpago en las heladas punas;
que la aves trinen de júbilo excelso.
Y tú, campana, que en los entierros lloras;
alégrate, sonríe y despierta de tu sueño arcano,
que vibren tus entrañas de bronce
y expulsa al infinito tu canto sonoro.
Río misterioso que bailen tus aguas al ritmo del viento,
que nuestros corazones exploten de gozo incontenible
porque es día de fiesta, fiesta de la Patria.
¡Oh vientos silvestres! rujan cual gigantes fieras,
cántenle a la patria sus loas de gloria.
Deténganse piaras, deténganse yuntas y peones;
¡Oscar! ¡Hijo mío! ¡Cuádrate como un soldado!,
Hincha las venas del gañote y con toda el alma
y todas tus fuerzas hecha a volar tu poesía,
que llegue a la las nubes y que estalle en truenos retumbantes.
Una voz infante desbordante de optimismo,
con mirada altiva lanzaba su poema al infinito.
“¡Bravo, bravo! Muy bien el cholito”.
En el patio de la escuelita un “batallón”
de veinticinco niños que aplaudían a vivando al Perú,
Sus caritas partidas, rebosantes de candor y ensueño.
“Que se tome la palabra el mestro de liscuela”
Él bien peinadito de chaleco y saco, de rostro sereno,
en sus gestos su diente de oro relumbraba;
el pecho se le derretía de patriotismo
y sus labios desparramaban un verbo florido;
rezaba la historia, las gestas heroicas
de los que murieron pagando la deuda de la libertad;
un Túpac Amaru, un José Olaya, una Micaela,
un tal San Martín que vino del sur libertando pueblos.
-Que marchen los alumnos en la plaza, por el empedrao-.
Los cohetes estallaban enredándose en los sauces
y los peñascos repetía estruendos interminables.
Comulgábamos el pan de trigo con todos los niños,
untando con rocoto, buscándole pleito a la chicha;
la botija del espumante licor sacro, en un rincón
despidiendo un aroma a fiesta y borrachera,
y en el rescoldo de las brazas de molle humeante
el perol repleto de mote y de esperanzas.
-Tomen su chicha cholos, emborráchense de ilusión
cortejen a las chinas buenas mozas,
trompéense, revuélquense en la tierra, alegren la fiesta.
Redulfo Reyes, toca la flauta hermano pa’ bailar
y con tu guaytana golpea a la burra,
a esa burra vieja, pellejo de zorro ganadero.
Bailemos el huaino que nació en los andes,
danza de pastores, peones y arrieros;
chanquemos las patas, rompámosla el alma a las piedras
hasta que los llanques se quiebren en trizas
porque es día de fiesta, fiesta de la Patria,
¡QUE VIVA EL PERÚ!
Autor: Eugenio Sánchez Bacilio
PAMPAN-PERU
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